jueves, 30 de octubre de 2008

¡Ven! Te espero junto al foso

¡Ven! Te espero junto al foso donde mueren las hojas,
donde mi abecedario sin prisa pierde fuerza,
donde yace la tarde entre cojines templados,
aquí, donde la búsqueda se torna madrugada.
Soslayo aferrarme a las verdes campiñas
que velozmente pasan, jugosas, día y noche.
Di, ¿por qué no acudes? ¿Por qué sobrevolar
con tus alas doradas el mundo más allá
de la tormenta, donde la caída (lo sabes) es tan alta,
si no es para volver, al fin, cuando te llamo?
Soy fuerte en mis esferas, nada puede
quebrarlas, solamente el vacío que las invade.
Dentro de la hélice, me rompo la garganta: "¡Vive!"...
pero la carcasa, rota, ya nunca se levanta.
Y sigo repitiendo, ven, con media mueca:
nada ha muerto, el desorden se instala en mis entrañas.

Lavaca ha rumiado "Vän! I förödelsens stund" (alrededor de 1820) de Erik Johan Stagnelius.

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